martes, marzo 19, 2024
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ESTER UNA MUJER SABIA QUE CON SU EJEMPLO EDIFICA LA VIDA DE MUCHAS PERSONAS

Por: Eleine Pimienta

¿Has pasado por circunstancias dolorosas, de confusión, depresión o vergüenza? Al parecer, no ha existido ser humano que no haya experimentado en su vida dolor o sufrimiento; pero posiblemente, también has escuchado de personas que se han levantado en medio de estos difíciles procesos.

La palabra de Dios muestra situaciones como estas, pero lo más importante es ver la manera en que las personas se aferraron a Dios, permitiéndoles obtener la restauración hasta ser levantados. Una de esas circunstancias las vivió Ester, su historia se registra en el libro del antiguo testamento que lleva su nombre; era una mujer que quedó huérfana a temprana edad, por lo cual su crianza fue asumida por un hombre llamado Mardoqueo —tío—, con quien vivía exiliada; la verdad es que sus condiciones y antecedentes no la favorecían, mas Ester poseía gran fe, provocando que sobre ella reposara cierta gracia especial.

Este libro describe a una mujer determinante, valiente, que se levanta por encima de todo y pone en práctica el conocimiento de Dios; quien decide dejar de lado su historia para presentarse ante el rey. En aquel tiempo la ley decía que nadie podía acudir a él sin haber recibido su llamado, pero a ella esto no la detuvo; la valentía y fe de Ester en Dios son un gran testimonio de la confianza y seguridad que esta joven tenía en Él, su vida es una lección para todos. Versículo a versículo vemos cómo Dios maniobra cada aspecto de la cotidianidad, con el fin de posicionarla, aunque el presente y destino no parecían nada prometedor. 

Ella estaba en el harem “para un momento como este”. Ella fue reina “para un momento como este”. Ella fue fortalecida y estaba dispuesta a interceder por su pueblo “para un momento como este”, Ester 4:14 NVI. Ella fue fiel en su obediencia a Dios, sirviendo con humildad. Ester es verdaderamente el recordatorio de que tenemos a un Dios, quien trabaja en nuestras vidas y cumple sus promesas. Es fácil pensar que experiencias del pasado, los dolorosos procesos en ciertas áreas, las pérdidas o fracasos nos definen; pero sobre este pensamiento pesa una verdad, y es que Dios permite que atravesemos estos desiertos para formarnos y encaminarnos hacia su propósito. Creo que como Ester, una vez miraremos hacia atrás y veremos que nosotros también estábamos siendo entrenados en el lugar adecuado y en el instante preciso.

En ocasiones, Dios nos llevará a vivir procesos donde es necesario cortar o renunciar a algo, soltar cosas que no están conectadas con nuestro propósito; de hecho, creo que resultan más ligadas a las emociones y costumbres, pero si somos capaces de llevar a cabo aquello que nos fue encomendado, obtendremos su recompensa. Dice Filipenses 3:14: “Prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Querido lector, sus planes son inquebrantables, por eso, aquellos que como Ester confían en Él “no serán avergonzados”, Salmos 127:5. Dios escoge a personas comunes para llenarlas de su gracia, darles favor y mostrar a través de sus vidas, procesos, debilidades, situaciones difíciles y fracasos, su poder; fue así como un joven pastor de ovejas pasó a ser rey de Israel; también, David, el adúltero, se transformó en “un hombre conforme al corazón de Dios”, Hechos 13:22; una mujer huérfana, en una tierra extraña, llega a ser la reina que salvó las vidas de los judíos; Juan, el discípulo, uno de los arrogantes “Hijos del trueno”, Marcos 3:17, lo que traduce: hijo de ira se convirtió en “el apóstol de amor” y una adolescente virgen llamada María da a luz al salvador del mundo.

¿Recuerdan a Moisés? Sus palabras cuando Dios lo llama y le asigna fueron: “Y, ¿quién soy yo para semejante tarea?”, Éxodo 3:11; ahora, sabemos que es el mismo hombre quien hizo frente al rey de Egipto y por medio de él los israelitas fueron liberados de la esclavitud. ¿Quién lo hubiera pensado cierto? ¿Quién, sino Dios? Grandioso… Él cumple sus propósitos en aquellos que le aman y sirven, ni tus enemigos podrán frenar el plan que Dios tiene para ti.

¡Arriba! Dios nos ha dado la fortaleza para lidiar con paciencia los desafíos y presiones de la vida, no podemos subsistir a las adversidades gracias a nuestra capacidad de fuerza, inteligencia y recursos a nuestro alcance. ¿Notaste que ninguno de los protagonistas mencionados en el párrafo anterior sobresalieron a través de sus propias capacidades? Por el contrario, cada personaje bíblico consideró su debilidad para apoyarse en la fuerza de Dios y vencer de esa manera los temores y gigantes. Él te dará la salida.

Las obras de la providencia de Dios se desarrollarán en el momento perfecto, espera; Él nunca está apresurado, así pensemos que ya ha transcurrido mucho tiempo, no es así para Él. Por lo tanto, aquí lo más importante es darle el lugar que le corresponde en nuestras vidas, pues cuando no le damos prioridad es fácil alejarnos de su propósito y comenzar a caminar en nuestros pensamientos y planes; pero recuerda, Dios siempre usará a las personas que le darán toda la gloria a Él.

Así que mi invitación es a que permanezcas, recibas direccionamiento a través de tu amigo el Espíritu Santo, y Dios haga que esta palabra sea una semilla, la cual prospere profundamente en tu corazón. “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después”, Juan 13:7.

ORACIÓN

¿Podrías tomarte un momento para aceptar lo que Dios ha dicho en su palabra? Di: Señor, nadie más que tú conoce mi condición, delante de ti están mis pensamientos y la meditación de mi corazón no te es oculta, te pido que hoy perdones todos mis pecados y tomes el control de mi vida; te entrego cada área de ella para que la direcciones.

Gracias por el lugar donde me encuentro, la familia que me has entregado, la temporada en la cual estoy; ahora sé que me has puesto aquí con un propósito y con tu ayuda lo lograré. Quiero serte fiel en llevar a cabo tus planes en mi vida, hogar y trabajo; dame las fuerzas cada día y la valentía que le brindaste a Ester para aferrarme a ti, porque hoy me rindo a tu voluntad.

Quiero ser tu instrumento en este tiempo y lugar, y que tu nombre Jesús sea glorificado a través de mí. ¡En el nombre de Jesús, amén!

Filipenses 1:6: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará”.  

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