martes, abril 23, 2024
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POROSIDAD CAPILAR: ¿CÓMO IDENTIFICARLA?

POR: MICHEL DURÁN CONTRERAS

Con el representativo auge del sector cosmético en el mercado, se ha vuelto cada vez más importante para los consumidores, comprender los fenómenos y cambios que suceden detrás de las rutinas de cuidado, con el fin de tomar decisiones acertadas al momento de comprar. Específicamente, en el mundo del cuidado capilar, muchas marcas han sacado a relucir la importancia de ciertas propiedades del cabello para justificar la compra de sus productos y un ejemplo oportuno de esta situación, es la relevancia emergente de la porosidadde la hebra capilar.

Así como en la epidermis —capa más externa de la piel—, encontramos poros, en la cutícula —capa exterior y protectora del cabello—, también podemos hallar algunas aberturas no deseadas, que cumplen una función similar: permiten el intercambio de sustancias y la interacción constante entre el medio externo, la composición interna de la piel y el cabello. En el caso de los poros cutáneos, estos vienen con nosotros desde el nacimiento y mantenemos la misma cantidad a lo largo de nuestra vida; tienen la capacidad de dilatarse o contraerse, dependiendo de las condiciones a las cuales expongamos nuestra piel. Por el contrario, los poros capilares se refieren a grietas o agujeros que se generan con el tiempo alrededor de la capa cuticular y van aumentando de tamaño, dependiendo del cuidado y los procedimientos a los cuales se enfrenta el cabello en el tiempo.

En ese orden de ideas, la porosidad capilar se utiliza como una medida del grado de daño y se refiere a la aparición de orificios, a través de la cutícula, como consecuencia del maltrato y estrés al cual se ha sometido. Esto afecta la absorción, retención de los productos aplicados y del agua en las capas más internas de la hebra; por lo tanto, su apariencia física.

Un cabello con baja porosidad tiene menos aberturas a lo largo de la hebra, por lo que, las capas más internas estarán menos expuestas al daño y al ambiente, siendo más difícil la absorción de sustancias. Caso contrario sucede en un cabello con alta porosidad, donde el área comprometida de la cutícula es mayor, generando como consecuencia una menor protección para las capas internas, a través de las cuales será más sencillo el proceso de permeabilidad, pero no, necesariamente, el de retención de sustancias aplicadas.

Existen múltiples formas de medir el grado de porosidad en el pelo, siendo la prueba de flotación una de las más populares y usadas por el marketing actual, que consiste en determinar, de manera cualitativa, la rapidez con la que se sumerge una hebra limpia en un vaso de agua a temperatura ambiente. Según este ensayo, si la fibra se hunde rápidamente, es porque ha absorbido mucha agua y por consiguiente es muy porosa; mientras que, si se mantiene en la superficie flotando, se trata de un cabello con baja porosidad (Sofía Black, s.f.)

Sin embargo, el método carece de exactitud, puesto que existen diversas variables a evaluar en el proceso, como la composición de la hebra. Para hacer la prueba, se requiere de una fibra libre de acumulación, es decir, de productos absorbidos sobre la superficie capilar, lo cual, cualitativamente, es difícil asegurar. Es posible que la hebra utilizada en el ensayo se sumerja, debido al peso aportado por un producto que no fue retirado correctamente en el lavado, dando como resultado un falso positivo de alta porosidad. Igualmente, puede suceder que, algún producto presente en la muestra seleccionada sea rico en agentes humectantes que favorezcan la absorción de agua y, por lo tanto, el desplazamiento de la hebra quede en la mitad, o que la sustancia acumulada sea altamente hidrofóbica, es decir, que repela el agua y, por consiguiente, no logre sumergirse, reportando un falso positivo de baja porosidad.

Si se desea usar otro método más eficiente para la determinación del grado de maltrato en el cabello, es recomendable acceder a equipos y personal especializado en tricología, con el fin de disminuir la incertidumbre del resultado en un ambiente diseñado para esta valoración. No obstante, cada persona tiene a la mano la herramienta más importante para identificar esta característica en la observación diaria de la rutina de cuidado. El autoconocimiento juega un papel importante y se convierte en una tarea sensorial clave para lograr determinar cuánta protección requiere el cabello frente al nivel de daño que recibe. De esta manera, es posible identificar algunas consideraciones básicas que facilitan el reconocimiento del estado actual de la porosidad capilar:

  • Un cabello de baja porosidad, por lo general, no se ha expuesto durante largos periodos constantes al sol, herramientas de calor —planchas, secadores, rizadores, etc.—, aguas cloradas o salinas; es un cabello que no ha recibido tratamientos químicos y, en la mayoría de los casos, puede sufrir de acumulación a lo largo de la hebra que es hidrofóbica, por lo que, además, puede tardar en humedecerse y secarse. Este suele sentirse suave al tacto.
  • Un cabello con porosidad media puede absorber y retener con mayor facilidad los productos, sin generar acumulación a lo largo de la hebra, la cual suele tener una apariencia suave y brillante.
  • Un cabello con alta porosidad luce opaco, seco, frágil y con exceso de frizz, tiende a ser más hidrofílico, es decir, muy afín al agua, lo que hace que la absorba rápidamente, pero también la pierda con la misma facilidad. Este cabello se siente rugoso y ha estado expuesto a distintos procedimientos químicos (Barrera, 2018), continuamente, a través del tiempo.

Si bien es casi imposible no tener un grado de porosidad en nuestras hebras, porque los causantes son básicamente actividades cotidianas, además de los procedimientos o ambientes a los que decidimos someter nuestro cabello; es importante conocer las diferencias entre los posibles casos que nos permitirán tomar decisiones acertadas, respecto a lo que deberíamos usar e implementar como hábitos capilares saludables.

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